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miércoles, 9 de octubre de 2013

Sufragar los estudios en una universidad privada, una asignatura pendiente



El principal inconveniente al que se enfrentan todos aquellos que pretenden iniciar sus estudios en universidades privadas, es hacer frente a los costes de enseñanza y matricula, que en algunos casos superan los 20000 euros en carreras como Medicina.

Sin duda, el aspecto económico constituye la gran barrera para acceder a una universidad privada, sobre todo para todos aquellos que proceden de familias con pocos recursos. Si en estos casos ya es complicado estudiar en una universidad pública, afrontar un año académico en una universidad privada no hace más que multiplicar las dificultades.

Las becas oficiales de matrícula están limitadas a cubrir el mismo importe que si de una universidad pública se tratase, nunca más. Y el resto de componentes, al igual que ocurre con los centros públicos, pueden tardar meses en llegar hasta que la beca queda propuesta para su concesión.

Para tratar de hacer frente al problema de la financiación, las universidades privadas han optado por ofrecer becas propias a través de distintas formulas, desde becas en el sentido más tradicional hasta becas de colaboración.

También es posible acogerse a distintos programas de financiación si se accede a la universidad con unas excelentes notas y se mantienen a lo largo de ellas, logrando incluso importantes descuentos sobre el importe financiado. El problema en este tipo de ayudas es que el alcance está muy limitado por el perfil del propio estudiante. Pensemos que una parte muy importante de los mismos decide matricularse porque por cualquier motivo no tienen suficiente nota para cursar la carrera deseada en una pública. Por tanto, en la mayoría de las ocasiones no pueden disfrutar de este tipo de ayuda.

Las distintas bonificaciones a la excelencia académica, en muchas de las universidades, no premian lo suficiente a los alumnos que consiguen matriculas de honor (salvo excepciones que comentaremos en próximas entradas dedicadas a las ayudas para estudiar). De esta forma, los alumnos más sobresalientes que han tenido que hace un gran esfuerzo económicos para afrontar un año de curso, pueden sopesar la idea de trasladarse a otra universidad gracias a sus notas (aunque intervienen otros elementos a la hora de conseguir un traslado de expediente, aspecto que también comentaremos próximamente). En estos casos, y dado que la seña de identidad de muchas universidades es la excelencia académica, éstas deberían premiar mucho más el rendimiento de sus alumnos.

Por último, encontramos la opción de sufragar los costes con la ayuda de entidades financieras que tiene acuerdos suscritos con las universidades. Una vez más, encontramos diversos problemas, como los altos intereses y sobre todo, la dificultad en la concesión de los créditos ya que requieren en su mayoría de avales que ni el propio alumno ni su familia estarán en disposición de aportar en la mayoría de los casos. En algunas entidades incluso se restringen los créditos para los menores de 31 años, aspecto que no tiene mucho sentido en una sociedad y mercado laboral que busca el constante reciclaje profesional.

De esta forma, a través de esta sección iremos comentando las distintas posibilidades para financiar los estudios, dejando claro desde el primer momento que es una asignatura pendiente de las universidades, sobre todo en el aspecto de premiar a los mejores alumnos.

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