El principal
inconveniente al que se enfrentan todos aquellos que pretenden iniciar sus
estudios en universidades privadas, es hacer frente a los costes de enseñanza y
matricula, que en algunos casos superan los 20000 euros en carreras como
Medicina.
Sin duda, el aspecto económico constituye la gran barrera
para acceder a una universidad privada, sobre todo para todos aquellos que proceden
de familias con pocos recursos. Si en estos casos ya es complicado estudiar en
una universidad pública, afrontar un año académico en una universidad privada
no hace más que multiplicar las dificultades.
Las becas oficiales de matrícula están limitadas a cubrir el
mismo importe que si de una universidad pública se tratase, nunca más. Y el
resto de componentes, al igual que ocurre con los centros públicos, pueden
tardar meses en llegar hasta que la beca queda propuesta para su concesión.
Para tratar de hacer frente al problema de la financiación,
las universidades privadas han optado por ofrecer becas propias a través de
distintas formulas, desde becas en el sentido más tradicional hasta becas de
colaboración.
También es posible acogerse a distintos programas de
financiación si se accede a la universidad con unas excelentes notas y se
mantienen a lo largo de ellas, logrando incluso importantes descuentos sobre el
importe financiado. El problema en este tipo de ayudas es que el alcance está
muy limitado por el perfil del propio estudiante. Pensemos que una parte muy
importante de los mismos decide matricularse porque por cualquier motivo no
tienen suficiente nota para cursar la carrera deseada en una pública. Por
tanto, en la mayoría de las ocasiones no pueden disfrutar de este tipo de
ayuda.
Las distintas bonificaciones a la excelencia académica, en
muchas de las universidades, no premian lo suficiente a los alumnos que
consiguen matriculas de honor (salvo excepciones que comentaremos en próximas
entradas dedicadas a las ayudas para estudiar). De esta forma, los alumnos más
sobresalientes que han tenido que hace un gran esfuerzo económicos para
afrontar un año de curso, pueden sopesar la idea de trasladarse a otra
universidad gracias a sus notas (aunque intervienen otros elementos a la hora
de conseguir un traslado de expediente, aspecto que también comentaremos
próximamente). En estos casos, y dado que la seña de identidad de muchas
universidades es la excelencia académica, éstas deberían premiar mucho más el rendimiento
de sus alumnos.
Por último, encontramos la opción de sufragar los costes con
la ayuda de entidades financieras que tiene acuerdos suscritos con las
universidades. Una vez más, encontramos diversos problemas, como los altos
intereses y sobre todo, la dificultad en la concesión de los créditos ya que
requieren en su mayoría de avales que ni el propio alumno ni su familia estarán
en disposición de aportar en la mayoría de los casos. En algunas entidades incluso se restringen los créditos para los menores de 31 años, aspecto que no
tiene mucho sentido en una sociedad y mercado laboral que busca el constante
reciclaje profesional.
De esta forma, a través de esta sección iremos comentando
las distintas posibilidades para financiar los estudios, dejando claro desde el
primer momento que es una asignatura pendiente de las universidades, sobre todo
en el aspecto de premiar a los mejores alumnos.
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